domingo, 13 de septiembre de 2009

ÉL HINCHA, LA BARRA Y ÉL BRAVO

Por: Jaquelin Alarcón.
Él, es Jhon Chávez, un joven de 22 años, quien hace parte de los Comandos Azules y pertenece a el parche de los Pibes del barrio Casa Blanca en la localidad de Kennedy.
Su pasión empezó desde muy joven, cuando tan solo tenía 10 años, su vida la repartía entre el colegio y el fútbol “desde ese momento empezó ese amor y ese aguante por el equipo” dice John.
Y es que su pasión por el fútbol y por el Club Deportivo los Millonarios, ha hecho que tenga más de tres tatuajes alusivos al equipo, como el que se puede ver en la foto, su cuarto es más que su habitación es un homenaje, un templo, la decoración está hecha con emblemas, insignias, escudos, banderas y demás accesorios e imágenes pertenecientes al Millonarios.
Le apodan “el chavo”, alias, que se ponen entre los miembros de la barra, escucha ritmos musicales como punk, reggae, ska, y obviamente no falta la Cumbia Villera (cumbias argentinas) música que identifica a los barristas. El chavo, da la todo por el equipo, y es así literalmente ya que su vida de hincha ha transcurrido entre los partidos de millos, los tragos, las riñas, los robos; una hoja de vida perfecta que describe un barra brava.
Y es tanto el aguante y la pasión que lo acompaña por defender su equipo, sus ideas y su camiseta, que muchas veces, cuenta “le he caído al parche de las garzas y al de los sureños y más de uno se ha llevado una puñalada, se ha llevado su recuerdito” recuerdito que le deja El Chavo, quizá, por ser el más malo del parche, el más reconocido, el más abeja, el duro ó ¿será verdad que es por la camisa? ¿El fútbol tendrá algo que ver?.
Su madre doña Beatriz Sanabria, cuenta que desde pequeño su hijo era muy activo y le gustaba mucho la calle, a lo que no le veía nada de malo, salía con sus amigos de barrio como un niño normal, hasta que empezó a ver cambios en él, en su comportamiento, sus mañas y el estado en el que llegaba a la casa, la hizo querer poner control a su hijo cuando ya era tarde y se le había salido de las manos, “es una situación difícil para una madre cabeza de hogar yo tengo que trabajar y él prácticamente pasaba el día solo hasta la noche cuando yo llegaba, es difícil tomar el control cuando las cosas están desbaratadas”
Pero al contrario de los dolores de cabeza que le ha dado a doña Beatriz, su novia Carolina Suarez, dice que él ha sido lo mejor que le ha pasado en la vida, la ha hecho feliz y eso es a lo que a ella le interesa “tiene cosas malas como todas las personas, pero es una gran persona tierna, cariñosa, sensible, una persona con algunos problemas, pero repito una gran persona” ella que también hace parte de la barra gracias él, comparte los mismos ideales de el Chavo excusando las riñas a razón de su equipo favorito.
Los amigos lo adoran, es para ellos como su jefe, el que manda la parada y dice a quien caerle, es el duro del parche, alguien por el cual ellos también darían la vida, “porque los amigos están para respaldarse en las buenas y en las malas”, “con el farreamos, la distrabamos, jodemos, reímos y hasta lloramos” “el man es un parcero y mete hasta el culo por su parche, solo es atravesado cuando lo ve necesario” dicen algunos de sus amigos.
Jhon recorre el país entero en búsqueda de alentar a su equipo del alma y recibir esa satisfacción de ser hincha, “del mejor equipo del mundo”, va dejando heridos y quitándole pertenencias a transeúntes, donde su vida se desenvuelve en una mafia, una pandilla de drogadictos, donde las cosas se manejan mal “unos pocos ganan autoridad, reconocimiento, mujeres, dinero, por el trabajo de otros pocos que no piensan y son influenciables fáciles de manejar” reconoce que ha hecho parte de este sistema, pero así tal cual como una mafia una vez por su reconocimiento es difícil salirse y dejar las cosas tiradas, además a esto se le suma las ganas de el chivo, de querer estar allí, ya que gana según él, más adentro, que afuera.
Sus viajes, su aguante, sus gustos, su cuarto, sus tatuajes, él, El Chivo, Jhon, quien opina también que el problema de la violencia en los estadios y a las afueras no se soluciona con llevar camisas blancas, ya que “así se camuflarían más fácil los otros parches, los rojos, los verdes, y el que este con camisa llevaría las de ganar, porque mientras nosotros nos identifiquemos y tengamos la camisa puesta somos un blanco más fácil para ellos, claro que entre barras nos conocemos y sabemos quién es quien, no sé qué pasa con las autoridades en Colombia en países como Argentina e Inglaterra, tienen casi acabado el problema, no entiendo porque aquí se inventan cosas sin sentido” dice el Chivo, un barra brava de corazón, quien no le duele apuñalar por un color, esa rudeza, grosería, patanería, chabacanería, que los convierte en antisociales, que ellos, los hinchas, le llaman tristemente aguante.

1 comentario:

  1. Hay algunos errores de redaccion, pero se trata de un texto interesante
    OJO: el articulo "el" no requiere tilde...

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