Por: Lorena Arenas y Jeisson Martínez
Es un día más, en la rutina de todo el mundo; los adultos se dirigen hacia sus trabajos, los jóvenes a las Universidades o Colegios y los más pequeños a sus respectivos jardines.
Hoy Juanita Ramírez, una niña de ocho años, cabello largo, liso y rubio con una mirada que refleja inocencia, se prepara para ir a estudiar. Desde que aprendió a leer la pequeña siempre se ha visto interesada por saber mucho mas de lo que pasa a su alrededor y se ve ampliamente atraída por la literatura infantil y novelas. Su gran sueño es ser una escritora por esta razón tiene un diario hecho de hojas reciclables donde retrata sus actividades diarias y así mismo algunas historias mágicas inventadas por una mente infantil.
Su padre un hombre de estatura media, delgado, parpados caídos y con una sonrisa que oculta todos los problemas económicos que pueda haber, espera a su hija allí sentado tomando una taza de café siendo esto lo único en su gaveta de alimentos además del polvo y telarañas que se encuentran en este sórdido lugar. La madre de la niña ha salido muy temprano, rumbo a su trabajo como empleada domestica en una casa de familia ubicada en el norte de la capital.
Son las siete de la mañana, momento de salir hacia el colegio de la pequeña quien es acompañada por su padre, afortunadamente la institución académica queda muy cerca de la casa ubicada en un barrio popular al sur de Bogota y le da tiempo para que su padre pueda llegar a tiempo a su trabajo en el sector de la construcción.
A pesar de todo esto el pequeño corazón de Juanita late con más fuerza que de costumbre debido a la felicidad que la embarga pues este día soleado y resplandeciente será diferente a los anteriores pues visitara la vigésima segunda Feria del Libro que se realiza cada año en Corferías, donde conocerá una minima parte del mundo de la literatura y tendrá la oportunidad de hablar con alguna de esas personas que algún día tuvieron su mismo sueño y que hoy están cumpliéndolo.
Juanita en compañía de sus compañeros y su profesora recorrieron todo el lugar, donde encontraron diferentes pabellones cada uno con diversos temas como arte, recreación, teatro, cine y por supuesto literatura. En ese lugar sorprendente donde esta ultima es sin duda la protagonista, se encontraba la pequeña; sin pronunciar palabra, fascinada de lo que sus ojos estaban divisando. De repente llegaron a un pabellón que fue uno de las que mas gusto donde se desarrollaban actividades lúdicas como talleres de dibujos, elaboración de cometas y cuenteros pero esto definitivamente no la hacia del todo feliz a la pequeña, su objetivo era ver un escritor y poder decirle algo.
Al cabo de una o dos horas y de haber visitado la mayoría de los pabellones llegaron a un sitio que a lo lejos relucía con un intenso color rojo y una llamativa escultura mexicana. En el interior de este lugar se podía encontrar fotografías, videos, artesanías y por supuesto un centenar de libros escritos por los mejores literatos aztecas allí se encontraba uno de ellos firmando su más reciente libro a aquellas personas que lo habían adquirido. De un momento a otro Juanita se desvía de la fila donde iba con sus compañeros y se acerca lentamente hacia el lugar donde se encuentra ubicado el escritor, este con una mirada de sorpresa saluda a la pequeña niña extendiéndole su mano, posteriormente la menor tiene la oportunidad de cruzar algunas palabras con este talentoso literato que no fueron tan importantes como la hoja de papel que este le dio, donde plasmaba una celebre frase, “a pesar de las adversidades siempre hay una voz que te alienta a seguir adelante la voz de tu corazón y las palabras de tu razón, eres una niña como ninguna éxitos”.
Es evidente que el dinero no puede comprar el sueño ni la sonrisa de nadie y el no tenerlo hace que valoremos aun más las pequeñas cosas, un libro nos transporta hacia realidades diferentes en donde el escritor puede jugar con los elementos haciendo que lo material desaparezca en nuestra realidad por unos minutos.
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